Entre la ocuridad. Por Javier Vila (5º Casas de Ves)


Era una noche fría de invierno, los niños estaban jugando al balón hasta que escucharon un estruendoso ruido... 


Venía de la casa de Charlie, un hombre solitario que vivía con todos sus gatos y que  los usaba para hacer mantas con sus pieles. Al instante empezó a salir humo del desván, los niños fueron a investigar pero de repente se apagaron las luces. Por suerte, uno de los niños llevaba el móvil, encendió la linterna, pero no tenía casi batería. Por lo cual, decidieron continuar. Se escuchaban martillazos,  los ratones cruzaban por sus piernas, se dieron la vuelta y vieron una sombra cruzar, se asustaron y salieron corriendo. Las puertas estaban cerradas, las luces se encendieron, se escuchaban ruidos muy extraños, las ventanas se abrían y se cerraban, los cajones se abrieron y de pronto apareció Charlie.
Los martillazos los daba él intentando abrir una lata de fabada para comer. La gente pensaba que Charlie era mala persona y los niños se hicieron amigos de él.
Abrió las puertas y la gente aplaudía a los niños y de pronto sacó su lado malo y se convirtió en vampiro. Empezó a romper todo lo que pillaba, sacó sus alas y echó a volar, salió por la ciudad, mientras  le salía fuego de la boca, y gritó:
 -¡¡¡ jajajajajaja voy a destruir la ciudad!!!
Y de pronto salió un bombero de la nada y le dijo:
-Chico, puedes ser todo lo que tú quieras en la vida, pero sobre todo haz feliz a la gente. Deja de volar y sonríe a la vida.

Javier Vila

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